La paradoja de la visualización: cuando menos es más en la era de la sobreinformación
En un mundo donde el bombardeo visual es constante, me encuentro reflexionando sobre cómo los proyectos más impactantes suelen ser aquellos que saben comunicar su esencia con precisión y elegancia.
La arquitectura contemporánea nos enseña una lección valiosa: la claridad es un lujo. Mientras navegamos entre reuniones virtuales, presentaciones complejas y propuestas sobrecargadas, observo que los mejores arquitectos y diseñadores aplican el principio de Mies van der Rohe —"menos es más"— no solo a sus estructuras, sino también a su comunicación visual.
Esta semana presentamos un proyecto donde redujimos las imágenes de 20 a solo 5 renders estratégicamente seleccionados. El resultado fue revelador: mayor impacto, mejor retención de información y una toma de decisiones más ágil por parte del cliente.
Me recuerda a cómo los grandes museos presentan sus obras maestras: con espacio, contexto y sin distracciones. No exhiben todo su catálogo simultáneamente; seleccionan cuidadosamente qué mostrar y cómo guiar la experiencia del visitante.
En tiempos donde competimos por la atención, quizás la verdadera innovación no esté en producir más contenido sino en cultivar el arte de la curaduría visual. Saber qué mostrar —y especialmente qué omitir— puede ser la diferencia entre informar y conectar verdaderamente.
¿Cómo equilibras tú la necesidad de mostrar todo tu trabajo con el impacto de una comunicación más selectiva y estratégica?